Todo comenzó un 31 de diciembre de 2019, día en el que según la OMS se detecto el primer caso acerca de la Covid-19 en Wuhan (China). Este virus llegó a nuestras vidas como algo extraño, algo a lo cual no les prestamos mucha atención, algo que con el tiempo fue cambiando nuestras vidas.
La Covid-19, virus el cual afecta en función de cada persona. La mayoría de las personas que la sufren no necesitan hospitalizarse, pero este virus tiene una fácil contagio y puede dejar secuelas o causar la muerte. Poco a poco hemos ido comenzando a respertarlo, cuando se le ha comenzado a dar importancia. Medios asustados, políticos sin tener claras las soluciones y en definitiva una incertidumbre constante. Incertidumbre, la cual no nos permite gozar de cierta tranquilidad ya que tampoco tenemos total certeza sobre el virus y no sabemos cuando terminará.
Este virus nos esta privando de nuestra libertad, necesario para que mejore la situación del planeta, pero... ¿Cuántas cosas nos estamos perdiendo? Estamos escasos de besos, de abrazos, de cercanía y añorando el fin de esta situación.
Parecemos encontrarnos en la recta final, comenzando las vacunas, las farmacéuticas luchando para conseguir la patente y tratando de lucrarse con la existencia del virus.
Es triste como hoy en día para ellos priva la economía antes que la salud. Una vez se dé la patente a una farmacéutica, se establecerá un precio, el cuál será muy elevado, no se lo podrá permitir todo el mundo y la gente seguirá falleciendo.
Desde mi punto de vista, se nos ha ido de las manos hemos de dejar de luchar por la patente, y tratar de superar esta situación ayudándonos entre todos para volver a nuestra vida normal.
POR PLAYA
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